
Coaching y Agilidad. La mayoría de las empresas; especialmente aquellas que están inmersas en procesos de transformación digital; quieren ser ágiles y, para ello, incluyen “transformación ágil” en sus objetivos estratégicos.
Certifican a gente, crean equipos o “células ágiles” y abrazan algunas “metodologías ágiles”; creyendo haber encontrado la llave mágica que les abrirá la puerta de los resultados financieros, la eficiencia operacional y la felicidad de sus colaboradores.
No hay atajos ni magia. La magia es ilusión y, detrás de ella, hay estructura, prácticas y habilidades.
¿De qué hablamos cuando hablamos de Agilidad?
Nos referimos a la habilidad de un sistema para moverse y cambiar de dirección con rapidez y destreza, frente a las demandas del entorno.
A partir de esta definición, podríamos señalar que aquello que caracteriza a la agilidad es:
- Habilidad. Por ende, puede desarrollarse.
- Movimiento y cambio de dirección. Es decir, que involucra cuerpo y emoción y no solo razonamiento.
- Rapidez. Y, como tal, demanda acción urgente.
- Destreza. Para lo que se requiere flexibilidad.
Para mí, la agilidad va un poco más allá de responder de manera veloz y flexible a los estímulos externos. Esta definición me queda corta sin, al menos, dos factores adicionales:
- Consciencia y atención plena para percibir qué es aquello que realmente nos está demandando el entorno. A veces más que acelerar, la situación puede pedirnos frenar muy rápidamente. Se trata más de acción consciente que de reacción veloz.
- Aporte valor. El propósito de la agilidad es entregar una solución que se haga cargo de los deseos, dolores o inquietudes del mundo.
¿Agilidad o Agilismo?
Aun cuando suelo referirme a ellos como sinónimos, agilidad y agilismo son fenómenos complementarios pero diferentes.
Agilidad se refiere a la habilidad; en tanto que Agilismo solemos asociarlo con el movimiento que -desde el mundo del desarrollo del software- irrumpe a partir de 2001 y se expresa en los postulados del manifiesto ágil.
El agilismo es una manera de pensar (mindset) descrita en los cuatro valores del manifiesto. Definida en doce principios (el rayado de cancha) que se expresan en muchos marcos de trabajo, prácticas y técnicas (framework).
Desde hace unos años, el agilismo trascendió el desarrollo del software y hoy son muchas las organizaciones que aspiran ser ágiles, más allá de las áreas de TI, para lo cual abrazan la mentalidad o mindset del agilismo y adoptan muchas de sus prácticas de trabajo, con el propósito de moverse rápidamente y con destreza para aportar valor a sus clientes.
¿Por qué agilidad?
Si algo caracteriza el entorno que nos está tocando vivir, es la complejidad de las situaciones cotidianas en todos los ámbitos de la vida. Algo es complejo cuando existen múltiples elementos interdependientes, no hay una relación lineal de causa-efecto y nada de lo que sabemos nos garantiza de antemano una solución exitosa.
Entonces, llega el momento de las prácticas emergentes y la inteligencia colectiva, y es en este contexto donde irrumpe la agilidad -o el agilismo- con la promesa de hacerse cargo de la complejidad.
¿Para qué me sirve conocer de Agilidad en el Coaching?
Los coaches acompañamos procesos de transformación de personas, equipos y organizaciones. A partir de la ampliación de consciencia que posibilita el desarrollo de creencias que se traducen en la instalación de nuevas prácticas o hábitos. Coaching y Agilidad.
La agilidad o agilismo es una manera de pensar y de actuar que demanda cambios lingüísticos, emocionales y corporales.
¿Cuál es la oferta que el coaching hace para la Agilidad?
Una organización puede ser ágil aunque no esté trabajando con metodologías ágiles ni haya certificado a nadie como Scrum Master. Lo que no es posible, es el camino contrario: pretender alcanzar la agilidad sin generar la transformación cultural requerida para ello.
Esta transformación implica ser capaz de generar contextos de confianza, desarrollar las competencias para colaborar y coordinar acciones; cultivar habilidades y sensibilidades para la emergencia de un estilo de liderazgo de servicio, mostrar y apoyar en la resignificación de los juegos de poder, reflexionar respecto de los valores que expresan las acciones, iluminar espacios de conciencia para el ejercicio de la libertad individual, entre otros.
Para mí, acompañar procesos de transformación cultural que faciliten la agilidad es la gran oferta que desde el coaching podemos hacer a las organizaciones.
Si bien no somos expertos en las áreas de competencia de nuestros coachees, sabemos que no es posible intervenir un mundo que no sabemos distinguir.
Hacer un poco de fenomenología, entender el mundo que implica la agilidad (creencias, valores, prácticas, roles, rituales, jerga), generar comunidad, co-construir aprendizaje y reflexionar en conjunto sobre la oferta potente que somos los coaches para la agilidad, es a lo que quiero convocarnos.
Las cosas sólo cambian cuando nosotros las cambiamos.
#Dark
