
Para Intencionar no estamos solos en nuestro anhelo: estamos invitando a todo el Universo a hacerse cómplice de nuestro plan.
Si pudieras ser lo que siempre quisiste ¿Quién te gustaría ser?
Si no hubiera fronteras, ni restricciones, ni nadie que diga que aquello es inadecuado; si todas las puertas estuvieran abiertas ¿Qué te gustaría hacer?
Cuántos de nosotros nos hemos visto frente a estas preguntas; estando largo tiempo sin saber qué contestar.
Hace unos días, encontré entre mis cosas un cuaderno que comencé a escribir en 2010.
Durante ese año atravesaba uno de los momentos de mayor angustia y confusión de mi vida; pues me encontraba en medio de una abismante falta de sentido en mi desarrollo personal y profesional.
Tras extinguir por largo tiempo mi voz interior en el “Deber Ser”, me vi como un aplicado hámster corriendo en una rueda de ilógicas exigencias que cada mañana sólo me acercaba más al dolor físico y emocional.
¿Qué quiero para mi vida?
Mientras la situación se hacía insostenible, comencé a preguntarme ¿Qué es lo que quiero para mi vida?, descubriendo con espanto que no tenía ni la menor idea de la respuesta. En medio de la confusión, un acto intuitivo me llevó a tomar un cuaderno en blanco, y titularlo como “Cuaderno de Sueños”. Mi primer paso a Intencionar.
Con honesta ingenuidad, comencé preguntando con descaro al Universo hacia dónde se suponía que debía dirigir mi rumbo.
Cuál era mi lugar en el mundo, y qué labor me permitiría ser feliz y servir a los otros. Luego, me sorprendí describiendo con detalles los escenarios, actores y parlamentos que daban vida a lo que comenzaba a descubrir que eran mis anhelos.
Cuatro años más tarde, vuelvo a hojear mi cuaderno antiguo. Ahora en otro contexto; con los ojos llenos de lágrimas y el corazón hinchado de certeza; compruebo que durante este tiempo no sólo respondí TODAS mis preguntas, también los escenarios que concordaban con las respuestas hoy son una realidad.
En 4 años descubrí y concreté el desarrollo de mi verdadera vocación. Fui “encontrada” (¡ellos me buscaron, yo no los conocía!) por mi trabajo perfecto, dando inicio al soñado anhelo de ejercer mi profesión como independiente, gano más dinero con mucho menos horas de trabajo y esfuerzo que antes.
Obtuve “mágica y sincrónicamente” los recursos y la holgura de tiempo necesaria para realizar mi formación profesional como Coach. Y actualmente me encuentro trabajando en lo que amo, con un grupo extraordinario de seres humanos que responden a la primera premisa escrita en mi cuaderno: “Servir al mundo”. Sin duda, me siento inmensamente bendecida y escuchada por el Universo.
Todos los límites son convenciones, esperando a ser trascendidos. Uno puede trascender cualquier convención, si tan solo puede concebir hacerlo”
-Somni 451- Película Cloud Atlas
Todos tenemos la extraordinaria capacidad de crear la realidad que deseamos, y la mayor parte del tiempo somos (o queremos ser) ignorantes de ello. Entonces, ¿Cómo funciona? ¿Qué es aquello que agrieta el muro de las limitaciones, permitiendo que nuestros sueños se vean realizados? El poder de la Intención.
El futuro es aquello que se crea en el presente. Intencionar es un acto creativo y de fe.
La declaración de ser protagonista en el mundo, como la declaración de humildad con aquel orden cósmico que es mayor que nosotros; es lo que nos permite crear primero en un plano sutil eso que se desea expresar en lo concreto.
Si la reacción se antecede siempre de una acción, ¿Cómo podría manifestarse un sueño sin alguien que declare explícita y concretamente la intención de realizarlo?
Instalar en el mundo lo que deseamos: Intencionar
Cuando intencionamos NO estamos solos contra el mundo dudando de la posibilidad o imposibilidad de ver materializados nuestros más profundos anhelos.
Cuando intencionamos invitamos a todo el Universo a hacerse cómplice de nuestro plan; a conspirar con nosotros.
Depositamos nuestro sentimiento en manos de algo más grande que uno. Reposamos en la alegría serena de que hemos dado un primer paso para manifestar en lo concreto aquello que ya hemos creado en lo invisible.
Salir de esa soledad inicial del propósito, es una forma de instalar en el mundo lo que deseamos hacer. Una proclamación personal; en la que decido tomar la batuta y componer la sinfonía de mi vida. Cambiar el compás de los acontecimientos, elijo dejar atrás las limitaciones que me impiden apostar por mí. Es un acto profundamente creativo, y por lo tanto, profundamente emocional. De hecho, ¿cuál es el principal motor de los anhelos sino el sentimiento?
Crear mi propio destino.
Desde esta perspectiva, el acto intencionar o de plasmar en la materia con tinta o con voz aquello invisible que deseamos, no es algo trivial, sino la poderosa realización visible y tangible de eso que yo elijo para mi vida, y de lo cual decido ser protagonista guiñando el ojo al Universo con entusiasmo, para invitarle a seguirme en la aventura de crear mi propio destino.
Se dice que el pensamiento crea y el verbo manifiesta; por ello una buena forma de concentrar el sentimiento que da vida a la ensoñación, puede ser intencionarlo a través de las palabras, dejando un testimonio escrito, concreto y tangible; que pueda ser alimentado de imágenes y sentimientos resonantes cada vez que sea leído. Quizás más importante que una fórmula correcta para intencionar, es el lugar desde donde nos planteamos para hacerlo: Desde el entusiasmo, la confianza, la ganancia, desde el sentimiento de aceptación, victoria y gratitud por aquello que vamos a crear y recibir, desde el reconocimiento de nuestro propio poder de crear la realidad que queremos, levantándonos del incómodo lecho de las limitaciones (muchas veces, creadas también por nosotros).
Si deseas ver realizado un anhelo o un proyecto en tu vida, quizás puedas comenzar por intencionar. ¿Qué necesitas creer –o dejar de creer- para crear aquello que deseas en tu vida?