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Las emociones: una asignatura pendiente

Escrito por Minerva Gebran, Master Coach Ontológico, Directora Ejecutiva de Asersentido Internacional

Quienes tenemos hijos de diferentes edades tenemos en el cuerpo la experiencia de lidiar con sus emociones. Y sabemos que tras el “no” de los 2 años los berrinches no ceden.

Luego se pone mas complejo con el “¿Pero por qué no?” de los 7 años, y luego quizás al “no me interesa” de los 14.

Son muchos los padres que me preguntan ¿cómo puedo acompañar a mi hijo a relacionarse mejor con sus emociones?

¿Qué pasa si mi hijo me ve llorando cuando atraviesan un duelo o una crisis?

En mis más de 20 años de trayectoria acompañando a personas y equipos a conocer y (re)aprender su mundo emocional; he llegado a convicciones claras:

El mundo emocional se aprenderse por inmersión, no por instrucción. Por más que yo le explique a un niño cómo sería no sentir miedo; es sólo una forma de entregar confianza, certeza o cuidado que dejarás de sentirlo.

La asignatura pendiente

Los padres y los adultos le brindamos a nuestros niños una enseñanza emocional cotidiana. Una contención que le permita vivir su vida en autoconfianza y sostener los desafíos de vida de una manera más sólida y efectiva.

Ahora bien, ¿Cómo podemos remediar este desconocimiento para poder vivirlo y también enseñarlo distinto a nuestros hijos? 

Por casi 4 siglos hemos basado nuestro aprendizaje en lo cognitivo-racional. Pensamos que sólo teniendo el conocimiento cognitivo vamos a poder lograr lo que necesitamos.

Dejamos de lado una tremenda fuente de sabiduría y conocimiento como lo son nuestras emociones.

Hemos quedado sin la posibilidad de aprender que las emociones nos predisponen a poder realizar acciones concretas en nuestras vidas.

Tolerar nuestras frustraciones e incluso aceptarlas para aprender de ellas, defendernos dignamente de algo que consideremos injusto, valorarnos para poder ofrecer lo que sabemos hacer en un trabajo; son acciones valiosas y necesarias para la coherencia entre lo que sentimos y necesitamos.

Sólo con aprender y conectarnos con el valor de cada mundo emocional, podemos avanzar un trecho importante hacia el camino de tenerlas como guías o aliadas a la hora de vivir, tomar decisiones y enseñarlas a nuestros niños.

Enseñarles a escuchar lo que sienten emocionalmente a nuestros hijos permite que ellos puedan conocerse, empatizar con ellos mismos y con otros, y sobre todo, que puedan comenzar a confiar en que aquello que sienten tiene un sentido

Minerva Gebran

No podemos defender dignamente aquello que queramos defender, poner límites, decir NO sin sentirnos obligados a decir sí.

La rabia es una aliada valiosa, ella nos habilita a poder defendernos de alguna injusticia o daño. Debemos darnos la oportunidad de experimentarla en su justo equilibrio.

Lo delicado es ¿como no legitimamos nuestra rabia? y termina siendo una emoción excedida y muchas veces expresada como ira, agresión o abuso. O no la expresamos, lo que conlleva a que terminemos con sensación de impotencia.

Estos son los 2 escenarios que aparecen cuando pensamos en rabia.

Para enseñar la rabia, necesitamos contarles a nuestros hijos el valor que tiene. Explicarles lo bueno de expresarla en equilibrio y defender aquello que consideran injusto.

Con esta enseñanza estaremos permitiendo que ellos tengan disponibles el poner límites, el decir que NO en libertad a algo o alguien, el poder reclamar cuando alguien se comprometió y no les cumplió.

El sólo hecho de permitirles conocer una emoción básica tan valiosa como la rabia, les permitirá tantas acciones que son centrales a la hora del buen vivir.

¿Qué tal si nuestros niños tuvieran la oportunidad de validar algunos miedos que sabemos, les permitirían estar más tranquilos en su día a día?

¿Cómo enseñarle a tu hijo a no tener miedo de sus compañeros el primer día de clase? De enfrentarse ante un nuevo escenario en su vida social.

¿Qué hay de la necesidad de ternura con los otros ante la era del Bullying?

Hemos comprendido la ternura como una emoción que es propia de los niños pequeños, pero no es así.

La ternura es una de las 6 emociones básicas (miedo, rabia, ternura, tristeza, pasión, alegría); y cuando no la tenemos disponible, nos impide cuidar a los demás, acceder a la empatía, podemos llegar a abandonar a otros, a competir todo el tiempo en vez de construir espacios de colaboración y hasta podemos abandonarnos y descuidarnos a nosotros mismos.

En el aprendizaje emocional, la ternura es una emoción amorosa que honra el cuidarnos y colaborarnos, a nosotros mismos y a los otros.

Enseñar a nuestros hijos a ser tiernos, cuidadosos y amorosos con ellos y con otros, permite que en un futuro sean adultos que pueden aportar a una sociedad, protección, delicadeza, apoyo y equipos colaborativos, sobre todo en esta era en donde la competencia excedida está matando nuestra capacidad para empatizar y co-construir en equipo.

Sólo con 2 emociones bien enseñadas miren todo lo que nuestros hijos y nosotros mismos podemos realizar de manera efectiva.

Los seres humanos sentimos una infinidad de emociones que nos permiten hacernos cargo de nuestras vidas de manera más efectiva.

Vale la pena integrar los seres emocionales que también somos. Aprender y enseñar sobre las emociones en vez de seguir creyendo que si no las nombramos no existen, o peor aún, catalogándolas como buenas o malas, cuando todas ellas son muy importantes para nuestra vida. No son ni buenas ni malas, son necesarias y podemos enseñar para qué sirven y a que nos predisponen.

Enseñarles a escuchar lo que sienten emocionalmente a nuestros niños permite que ellos puedan conocerse, empatizar con ellos mismos y con otros, y sobre todo, que puedan comenzar a confiar en que aquello que sienten tiene un sentido, un fin y una forma de canalizarlo para moverse en sus vidas.

Seguir dando instrucciones como: “no tengas miedo”, “la rabia es mala”, “los hombres no lloran”, “las niñas calladitas se ven más bonitas”; no nos sirve para criar adultos con seguridad en ellos mismos y en aquello que pueden lograr.

Verlos a los ojos y decirles: “Creo en ti”, puede ser una manera hermosa y contundente de enseñar por inmersión la confianza en ellos mismos.

Si realmente quieren tomar la asignatura pendiente de las emociones, comiencen por ustedes mismos. El prendizaje emocional y así por inmersión, ellos irán aprendiendo de este bello mundo emocional, que también somos.

Observa tus emociones. ¿qué crees sobre ellas? ¿cómo las has vivido en tu experiencia?

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