“Dicen que un amor real, es cuando dentro del mismo nos sentimos realmente libres“
Leo y releo esta frase y se me escarapela la piel. Leo esta frase y pienso en mí, y el largo camino que he tenido que recorrer para poder tocar ese amor real de reconocerme como una mujer lesbiana, ahora ya de 37 años, ingeniero agroindustrial y coach ontológica transpersonal.
Estoy casada con una maravillosa mujer, y aunque sea de manera simbólica, mi matrimonio y mi familia son lo más real que tengo y que he construido.
Leo la frase y pienso en todas las personas que aún no pueden vivir en libertad y se ocultan privándose de ser auténticos. “Ser uno mismo” termina siendo un acto de rebeldía en estos tiempos.
Vivimos en una sociedad que nos ha enseñado día a día a pertenecer, inculcándonos ideales de personas que tenemos y necesitamos ser para encajar; y no a aceptarnos a nosotros mismos como seres únicos y completos
He sentido miedo y vergüenza por muchos años. Vergüenza por transgredir las normas sociales y católicas con las que fui criada. Miedo a perderlo todo, a ser juzgada y no ser aceptada por los que más amaba. Miedo a no construir relaciones de valor y nutritivas en las cuales me valoren por lo que realmente era y sentía. Y lo más doloroso, miedo a no ser amada.
Todo ello generaba que me oculte, que me inhiba y me silencie. Terminé transgrediendo a mi misma pensando que ser YO estaba mal.
Si bien construí muchas murallas a mi alrededor que pensé que me protegían, aceptarme como un ser vulnerable y darle valor a lo que sentía fue el primer martillazo para derribar esas murallas. Empecé a sentir rabia y hartazgo de vivir en un mundo en donde todo es culturalmente “correcto” y en donde no existe el respeto a las diferencias. Me cuestioné una y otra vez si merecía vivir así. No, no lo merecía, no lo merecemos y ningún ser humano lo merece.
Es esa rabia la que me ayudó a plantarme y a mirarme como un ser completo. Es esa rabia la que me sostuvo, la que alimentó al coraje (sí, de esa valentía que viene del corazón) para poder sostener mi palabra, mi sentir y poder expresarme con dignidad, así le guste o no a algunos.
Aceptar quien era y sostenerlo, ha sido para mi el último martillazo. Tomar todo eso que soy, mirarlo con compasión y amarlo a profundidad, ha sido la parte más difícil de este recorrido.
Desde esa aceptación y amor propio pude abrirme a la posibilidad de que MEREZCO amar y ser amada desde una conexión auténtica.
Ser parte de una comunidad, la comunidad LGTBIQA+, apoyarnos entre nosotros a seguir viviendo en autenticidad, mostrándole al mundo que existimos y que podemos vivir en igualdad es mi aporte y mi manera de honrar a todos aquellos que no lo lograron.
Ser tú mism@ y a estar orgullos@ de quien eres, es la muestra de amor real que puedes tener para ti y para la humanidad ¡Y créeme que vale la pena!
Si algo de mi historia te resuena, te toca o mueve algo en ti. ¡Quien sabe!, tal vez eso que juzgas del otro, tiene que ver más contigo que con el otro. Y podría ser que cuando a tí te incomoda que otros sean tal cual son, tal vez eres tú quien no está pudiendo ser en autenticidad. ¡Somos un espejo! ¿Que podría ser eso no estás dejando salir de ti? ¿O que estás negando de ti?
Tal vez si entramos a mirarnos a profundidad nos daremos cuenta que tenemos más cosas en común de lo que creemos. Tal vez en ese lugar todos nos encontremos como seres humanos en total igualdad.
